Una ciudad islámica y su alcazaba, una población acostumbrada a vivir en la frontera del reino nazarí de Granada, una tierra de al-Ándalus por desvelar, un paisaje con el agua como protagonista. El análisis de las fuentes escritas y arqueológicas sobre el final del periodo medieval de Antequera, localidad situada al norte de la provincia de Málaga, desvela que una realidad fue transformada de manera progresiva desde que fue conquistada por Castilla en 1410. Entonces, se produce una necesaria repoblación, un cambio social radical al ser expulsados los musulmanes, y de la cual deriva una consecuente reconstrucción urbana y rural, junto a una larga recuperación socioeconómica que, a modo de preparación, sirvió a la ciudad para convertirse en uno de los núcleos más importantes del ámbito peninsular durante el periodo moderno.